Ya era hora que el país se diera cuenta que existe un problema de fondo que necesita ser atendido.
Los invito a leer inicialmente el artículo de El Tiempo y comprendan mi punto de vista como licenciado, como docente y como profesión al que no se le puede hacer parte de tan abusivo escrito, defiendo mis ideas y a muchos profesores colombianos que creen en lo que hacen día a día; mis estudiantes son la prueba más fiel, sus testimonios y agradecimientos son mi más inmensa remuneración.
Es indignante el calificativo con el que llegan a posicionar la preparación de los maestros, aún cuando digan que es uno de los factores, el resto del artículo deja entrever que somos los principales causantes de tales consecuencias, más cuando en este país la gente adulta en buena proporción no sabe leer entendiendo el todo como todo sino que retiene lo último que lee o los títulos de lo que tienen a la mano. Tengo claro que hay deficiencias, en compañeros docentes como en la formación que reciben en la universidad, desde allí también critico los resultados, pero acá quiero ir más allá y ataco a los centros de educación superior que gradúan por sumar en cifras que por contribuir al desarrollo del país con profesionales capacitados. Pero esta no es la idea que quería exponer inicialmente, pienso y estoy seguro que el que quiere, verdaderamente aprovecha a sus docentes, va más allá de lo que en un aula de clase se le provee, considerando en este punto la falta de tiempo para el trabajo adecuado de cada una de las temáticas que llegan a ser verdaderamente vistas a brochazos por tanta actividad de relleno por directivas o buena cantidad de planteles.
Sé acerca de la inspiración que los maestros deben sembrar en sus educandos, sin embargo, el abandono de casa, el exceso de libertades y la premiación por el fracaso de tantos padres son enemigos de nuestra acción pedagógica, y me permito como testigo de tales crímenes contra el conocimiento dar ejemplos claros: pierden el año y los llevan de viaje, no realizan sus responsabilidades académicas y los excusan a toda hora, prefiriendo ser parte de una mentira que de una respuesta valida a la falta compromiso, pasan sobre las asignaturas con notas básicas y pretenden tener un genio en casa al que alientan a seguir en lo básico, fuman, beben, consumen drogas y nunca se preguntan en dónde se encuentran la mayor parte del tiempo.
En otros casos, en sectores de escasos recursos, la falta de garantías, de seguridad social, de alimentación o de salud, hacen de nosotros verdaderos héroes contra tales factores en oposición (sin ganas de elevarnos a escalas de grandeza, solamente de reivindicar una profesión honorable y desprestigiada por la sociedad). Esta problemática tiene varias vertientes, y cuando se dedican como este periódico a señalar descaradamente uno de los factores con tales afirmaciones que desearía ver la legitimidad de las fuentes, y lo cercanos que están estos sujetos a nuestro campo, lo único que demuestra es la ignorancia en la que ha caído, la carencia de objetividad y poca investigación e interpretación del caso.
Los resultados de las pruebas internacionales son a su vez, resultado de las secuelas que aún seguirán presentándose en años venideros por un Decreto 230 que llevo al país a la mediocridad. Una legislación endeble y un gobierno que no entiende de calidad, o para mayor ilustración una Ministra que no distingue entre cobertura y calidad, se ha dedicado a "facilitar las oportunidades de educación" y a seguir una política que continua en demérito de la profesión docente, o sino que me digan los colegas si acaso tenemos estima alguna por ella, si no ha sido abucheada en los diferentes lugares a los que llega en presencia de este muy honorable gremio por el cual habló ahora, sin profundizar en la vinculación excesiva de profesionales que carecen de pedagogía y que ha sido permitida por el mismo Estado.
Jóvenes: la invitación es a salir de la mediocridad, a que soliciten a sus directivas mayores niveles de exigencia, a que ustedes piensen que las oportunidades también se las construye uno mismo y que no deben estar hundidos en ser obreros sino a ser amos del mundo, a que tanto en el sector público como en el privado se le de al docente el status que merece. Sé que mis palabras podrán ser llevadas por el viento, pero prefiero pensar que retumbarán en al menos una o dos personas para que sean promotoras de voluntades no conformistas, provocadoras de resultados diferentes a los de las Pruebas Pisa que no benefician la imagen que todos deseamos tener.
Padres de familia, ustedes son el primer educador (durante toda su vida, no se les olvide), al Estado; no más acciones de pañitos de agua tibia, la reforma a la educación es una urgencia como la de la salud. Entendamos que habrán muchos que perderán el año escolar en medio de esta transformación, no se cambia el mundo de la noche a la mañana, y si prefieren ciudadanos esclavos y sin mente para la competitividad, dejen que sus hijos se gradúen con las deficiencias que siguen reportando, de las cuales son conscientes pero que no desean reconocer. El cartón de bachiller o el título de profesional no los hacen verdaderos conocedores del mundo y capaces de manipularlo en pro del bienestar general. Disculpas por la queja pública y tan extendida pero es indignante lo que El Tiempo escribe acerca de un problema con tantos actores y del cual los docentes estamos muchas veces atados de pies y manos por un sistema y una sociedad que no entiende de nuestro trabajo.
Esta es sólo una opinión con mucho sentido que agradezco sea tenida en cuenta, espero desde la Agenda Liberal participación para la formulación de una propuesta en la que los mismos docentes sean los redactores y que evite ser contaminada de ideas no coherentes o propias del sector. Lo que no significa que no se acepten ideas de otros campos profesionales.